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Cómo podemos convertirnos en 2018 en un país democrático

Un buen escenario

Cualquier persona normal y responsable, que comprenda la necesidad del tránsito de nuestro país a la democracia, será siempre partidaria de una transición desde arriba, pacífica y planificada, y no de catástrofe y de nueva inmersión en el caos revolucionario del que pueda cristalizarse la democracia, o puede que un nuevo autoritarismo. No estoy completamente seguro de que Rusia “haya agotado su propio cupo de revolución en el siglo XX”, pero es evidente que es mejor pasar sin él. Desgraciadamente, es muy difícil imaginarse un tránsito pacífico y planificado desde arriba, desde un simulacro de sistema democrático de nuestra especie a una democracia real. Mucho más difícil que la descomposición del sistema y un nuevo caos revolucionario.

Dmitri Furman

El viernes 22 de julio fallecía en Moscú, a la edad de 69 años, el famoso historiador y politólogo Dmitri Furman, una de las voces más inteligentes e independientes de Rusia. En los últimos años trabajó como director del Instituto de Europa de la Academia de Ciencias de Rusia. Y en la época soviética trabajó en el Instituto de EE UU y Canadá, publicando una serie de trabajos de sociología, historia y religión. Antes de su muerte, Dmitri Furman encomendó a su hija la colección sobre el desarrollo político de los países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Tras el colapso de la URSS estudió los procesos políticos en el espacio postsoviético.

Dmitri Furman en castellano
Poco he podido encontrar de Furman traducido al castellano. Sólo una entrevista, Introducción a Dmitri Furman. REPÚBLICAS EX SOVIÉTICAS:
DEMOCRACIAS DE IMITACIÓN. La penumbra postsoviética
, publicada en el número 54 de noviembre-diciembre de 2008 de la New Left Review.

También la prensa española, EL País y La Vanguardia, se ha hecho eco de su fallecimiento publicando una breve semblanza de su personalidad.

Y la mayor dificultad en el tránsito a una democracia real es, esencialmente, inseparable de la subida al poder, no del que ya está en el poder o la persona que es nombrada como sucesora por quien ostenta el poder. Esta transición es inseparable de la derrota del poder. Pero es psicológicamente imposible planificar y preparar deliberadamente la propia derrota. Sólo es posible planificar y preparar éxitos y victorias. Por ello, hay muchas decenas de ejemplos de caídas violentas o semiviolentas de sistemas homogéneos al nuestro (cualquier revolución, de terciopelo o de colores), pero no conozco ejemplos de una transición planificada de tales sistemas a la democracia.

Sin embargo han tenido lugar en Rusia una serie acontecimientos relativamente casuales, no muy importantes, que han cambiado un poco el carácter del régimen y la trayectoria de su desarrollo. La Rusia actual con su tándem: no es el típico sistema autoritario de simulación democrática. Los típicos, son el Kazajastán de Nazarbáiev o la Bielorrusia de Lukashenko. En nuestro sistema han aparecido elementos nuevos y muy peculiares que, a mi parecer, le abren algunas posibilidades —la verdad, todavía bastante confusas— de una transformación más o menos planificada a la democracia en un futuro cercano.

El primero de tales acontecimientos fue la marcha de Yeltsin, que tuvo lugar como resultado de la acción de un factor completamente ajeno al sistema: su enfermedad. Esta salida libró al sistema, reforzándolo, de la eventualidad de una grave crisis en caso de su repentina muerte. Y, al mismo tiempo, “despersonificó” un poco el poder, creando así un importante precedente. Lo cierto es que, de entre todos los sistemas postsoviéticos homogéneos al nuestro, este fue el primer caso de marcha voluntaria de un gobernante de acuerdo con la Constitución (y en este caso, el primero en toda la historia rusa).

Casualmente, el precedente planteado puede no representar prácticamente ningún papel, como puede señalarse. La marcha de Putin, a diferencia de la de Yeltsin, no relacionada con especiales circunstancias particulares y que es una autolimitación deliberada y voluntaria del poder, lo confirma. El poder empezó a separarse de la personalidad del gobernante y se limitó en el tiempo.

La verdad es que la marcha de Putin es una “semimarcha”. No ha tenido lugar todavía una separación definitiva de la persona y el poder. Ha surgido la extraña situación del tándem, que no puede prolongarse hasta el infinito y, en cualquier caso, finalizará en 2012, cuando atravesemos una significativa encrucijada histórica. Y dependiendo de cómo sea superada, o se cierran por el momento completamente las posibilidades teóricas de transformación democrática, o, por el contrario, que será lo más viable, se abrirá la posibilidad del “buen escenario”.

El buen escenario se iniciará con la “elección” (naturalmente, será una pseudo elección) en 2012 de Medvédev, y no de Putin. Estoy en contra de la demonización de Putin quien no es el fundador de nuestro sistema, sino un gobernante sometido a la lógica de este sistema que ya estaba creado. (Entre aquellos quienes ahora suscriben llamamientos para su dimisión, hay personas que jugaron un papel significativamente mayor y más “creativo” que él en la fundación de este sistema). Putin tiene un gran “mérito frente a la patria”: su marcha voluntaria. Y eligió al liberal Medvédev como su sucesor. Es imposible imaginarse que Putin no conociera sus opiniones y se sorprendió cuando su antiguo amigo le dijo que la libertad es mejor que la falta de libertad. En una situación de tándem existen aspectos no sólo negativos (restricción del poder), sino también positivos (despersonificación del poder, fin de la incondicional dependencia de una persona en la élite, en el origen de la tendencia al “protopartido”). Por otra parte, el liberalismo “medvedeviano” por sí mismo no significa tanto: al fin y al cabo Yeltsin fue entre nosotros el principal demócrata, lo que de ninguna manera impidió a Putin levantar el autoritario régimen heredado. La cuestión no está en si Putin es un “autoritario kaguebista” y Medvédev, el inteligente y liberal. La cuestión es otra.

"El buen escenario se iniciará con la “elección” (naturalmente, será una pseudo elección) en 2012 de Medvédev, y no de Putin"

La vuelta de Putin al poder borraría los precedentes surgidos. Ello significaría que el poder sigue siendo personalista, informal e ilimitado, y el episodio “medvedeviano” habría sido una elección de “rey por un día” o de Simeón Bekbulatovich, [1] que algunas veces fue utilizado por diferentes autócratas: en lo esencial, para engaño de “fuerzas perversas”. Por el contrario, la elección de Medvédev significaría el fin de la personalización del poder y su limitación temporal. Un tercer mandato “medvedeviano” se hace ya prácticamente imposible.

Si en 2012 fuera “elegido” Medvédev, entonces se encontraría en una situación muy diferente de la de sus predecesores y no tan alejada de la situación de los dirigentes de un Estado de derecho. Su poder será enorme y estable (si no más estable que el “putiniano”, sin lugar a dudas, sí más que el “yeltsiniano”). Y también, rigurosamente limitado en el tiempo. Yeltsin empezó a pensar en su marcha sólo con motivo de su enfermedad. Putin pensó y tomó una difícil decisión. En cuanto a Medvédev, sabrá desde el inicio que tiene garantizados seis años de gobierno, pero que se irá en 2018. Y esta limitación temporal del poder “medvedeviano” le convierte, paradójicamente, es mucho más libre que lo que lo fueron sus predecesores.

Le libera de la necesidad de luchar por el mantenimiento y reforzamiento de su autoridad a lo largo de este periodo: lo que ocupó todas las fuerzas de Yeltsin y gran parte de las fuerzas de Putin. Tiene las manos libres para otros asuntos, sobre todo para la realización de las reformas legales que le son tan queridas. Y se puede hacer muchísimo durante seis años de poder garantizado. Se puede, incluso, preparar al país a unas elecciones presidenciales en 2018 honestas y alternativas.

"La vuelta de Putin al poder significaría que el poder sigue siendo personalista e ilimitado, y el episodio “medvedeviano” habría sido la elección de “rey por un día”"

A pesar de todo, será muy difícil para el presidente conceder unas elecciones honestas en 2018, sin hacer esfuerzos para el traspaso de poder en su propia persona ni utilizar su propio “recurso administrativo”. Para la superación de la “prueba” hará falta una motivación muy fuerte. Pero con todo, no es imposible porque el mismo Medvédev ya no será candidato. Uno no puede ni luchar contra sí mismo, ni tratar de entorpecerse ni limitar sus propias posibilidades, y a pesar de todo es posible, aunque difícil, abstenerse de la anhelada imposición de un sucesor por procedimientos semilegales o simplemente ilegales.

Las opiniones democráticas de Medvédev le empujarán en esta dirección, creando la imprescindible motivación. Pero el temor es que la subida al poder, que no es la “suya”, puede significar el inicio de su hostigamiento y de revelaciones de diversos episodios “oscuros” de su gobierno, no está descartada por completo: mientras no hay nada así en contra suya, en esa situación en la que se encuentra puede que no surjan del todo tales episodios. A este respecto, Medvédev también puede encontrarse más liberado de sus antecesores que de sus temores.

La realización de unas elecciones reales y alternativas en 2018 sería el “proyecto nacional” más importante y el paso más decidido en el camino de la tan mentada modernización. Esta es la tarea más difícil, así como el “buen escenario” esbozado más arriba: no es más que una probabilidad teórica, las posibilidades para su realización no son tantas. Con todo, existen.

En nuestro sistema actual es mínimo el papel de la sociedad en la toma de decisiones importantes. En 2012 todo lo decidirán dos personas y no nos preguntarán. Pero incluso ahora se transmitirán algunos impulsos de la sociedad al poder. Y si empieza a desarrollarse el “buen escenario” el rol de la sociedad llegará a ser mucho mayor. Como en la época de la perestroika, se abrirán grandes posibilidades ante la sociedad. En la perestroika las dejamos escapar. Queda confiar en que la sociedad de 2012-2018 será más adulta e inteligente que la sociedad de 1985-1991 y no echar a perder el escenario que se perfila. [2]

[1Simeón Bekbulatovich: Sain-Bulat, hijo del sultán Bek-Bulat. Fue un kan feudal entre 1567—1573 que cambió su nombre por el de Simeón Bekbulatovich tras su bautismo. Junto con su padre pasó al servicio de Iván el Terrible. En los años de la opríchnina (tropa bajo el reino del zar Iván el Terrible) Iván consiguió para Simeón el nombramiento de “gran príncipe de todas las Rusias” (1575-76) y gran príncipe de Tversk (1576), aunque sin peso político, sí fue un “hombre de paja”. Murió en 1616. (ru.wikipedia.org).

[2Material original en ruso: Nezavísimaia Gazeta.