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¿Unas elecciones legislativas sin sorpresas?

La oposición rusa, hecha añicos

«A pesar de la crisis económica y de las sanciones occidentales, el presidente ruso Vladímir Putin puede afrontar con serenidad las elecciones legislativas del 18 de septiembre de 2016. Además de la popularidad de su discurso nacionalista y del control de los medios de comunicación, también puede contar con la división de la oposición liberal. Incapaz de poner distancia con las terapias de choque que varios de sus dirigentes infligieron al país en los años de la década de 1990, ésta no ha sido capaz de captar el descontento expresado en la calle.» [L’opposition russe en miettes, Le Monde diplomatique, septiembre de 2016].

«Con la proximidad de las elecciones, las lecciones del pasado parecen no haber sido aprendidas. La oposición demócrata-liberal ha fracasado, una vez más, a la hora de formar una coalición capaz de asegurarse una representación importante en la Duma, Cámara baja del Parlamento. Mientras que las manifestaciones contra el fraude electoral en 2011 [1] le devolvió vigor, la campaña de los últimos meses ha acentuado las querellas internas. En fin, que los partidos que sitúan el Estado de derecho y la libertad de empresa en buen lugar en sus programas presentaron cinco listas separadas. La flexibilización de las reglas que permiten los participantes en las elecciones —concedida por el Ejecutivo después de 2011—, amplió de forma efectiva la oferta política (21 partidos frente a 7 en 2011), pero al precio de una dispersión de fuerzas. Con algunas excepciones más o menos, se observa poca renovación de las figuras al frente del campo liberal así como en los otros partidos. Los dos grandes partidos de la oposición representados en el parlamento, el Partido Comunista y el Partido Liberal-Democrático (nacionalista) tienen los mismos dirigentes desde 1993: Guennadi Ziugánov y Vladímir Zhirinovski.
El campo liberal se convirtió en un embrollo de movimientos políticos, de alianzas efímeras y de egos desmesurados.
Entre las formación de demócrata-liberales, el partido Yábloko, creado en 1993, ofrece un raro ejemplo de longevidad. Fundado por Grigori Yavlinski, el diseñador del «programa 500 días» que predecía la terapia de choque aplicada por Yégor Gaidar, primer ministro y después ministro de Economía entre 1991 y 1994 bajo la presidencia de Boris Yeltsin. Asociado a la debacle económica y social de los años de la década de 1990 [2], este partido decayó rápidamente [3]. Sin embargo, su anclaje de antiguo en el paisaje político, así como su estructura regional, con lógica, hubieran podido imponerse como un polo de adhesión. Esto sin contar con el fraccionamiento del campo liberal, un problema ya inveteradao. Los representantes del ala más liberal de los gobiernos de Yeltsin fueron descartados de los puestos claves cuando la crisis de 1998. Gaidar, pero también Boris Nemtsov, ministro de Energía de 1997 a 1998, asesinado en 2015, Serguéi Kirienko, primer ministro de marzo a agosto de 1998 o también Anatoli Chubáis, artífice del programa de privatización de la economía y en diferentes puestos del gobierno entre 1992 y 1998. Todos ellos formaron en 1999 un segundo partido liberal, Unión de Fuerzas de Derecha (SPS), disuelto en 2008. Seguidamente, destacados responsables gubernamentales durante el primer mandato de Vladímir Putin, como Mijaíl Kasiánov, primer ministro de 2000 a 2004, o Vladímir Mílov, antiguo ministro adjunto de Energía, unieron las filas de la oposición. El campo liberal se convirtió entonces en un embrollo de movimientos políticos, de alianzas efímeras y de egos desmesurados. Esta vieja guardia liberal fue eclipsada durante las manifestaciones de 2011 por algunas caras nuevas como la de Iliá Yashin (durante un tiempo aliado de Kasiánov) o de Alexéi Navalni. Popular creador de un sitio de Internet, Rospil, consagrado a la caza de la corrupción en la contratación pública, que calificó a Rusia Unida, la formación de Putin, de «partido de estafadores y ladrones», una fórmula extensamente adoptada por la calle. Candidato a la alcaldía de Moscú en 2013, alcanzó un importante resultado del 27% de los votos. Asociado al campo liberal por su postura de opositor, fue expulsado, sin embargo, de Yábloko en 2007 por sus posiciones nacionalistas y por sus propuestas sobre los habitantes del Cáucaso Norte consideradas de racistas. Inmerso desde hace tres años en una sucesión de acosos judiciales, Alexéi Navalni no puede ser candidato, pero su Partido del Progreso lanzó una Coalición Democrática para prolongar la dinámica de las manifestaciones de 2011 con vistas a las legislativas de 2016. Esta coalición debía reunir la Elección Democrática de Mílov, una parte de Yábloko así como un puñado de otras formaciones en torno a un programa preconizando un «desarrollo de tipo europeo» para Rusia. Navalni se preocupó por precisar que «no era un partido liberal, sino una amplia unión democrática donde pueden coexistir los social-demócratas, los liberales y los conservadores de corte europeo». Trabajo perdido. la formación se convirtió en una batalla campal ante las primarias del 29 de mayo de 2016 que se conoció por un fiasco informático (leer «Las primarias, versión rusa»). Volvieron a surgir los métodos destinados a desacreditar al adversario que florecieron en los años de la década de 1990. Puesto en evidencia por un documental difundido por la cadena pública NTV que le mostraba en la cama con una colega dispuesto a criticar a sus colegas de la oposición, Kasiánov rehusó abandonar la cabeza de lista en contra de la opinión de sus aliados. El 27 de abril, Navalni y Mílov anunciaban la disolución de la coalición tras otro estéril debate sobre el reparto de circunscripciones y la firma de un memorándum conjunto. Es posible que algunos demócrata-liberales sean elegidos gracias al regreso del escrutinio uninominal por circunscripción para la mitad de los escaños. Pero apenas tienen oportunidad de alcanzar el umbral del 7% necesario a nivel nacional para conseguir los escaños repartidos a la regla proporcinal y, probablemente, no serán suficientemente numerosos para constituir un grupo parlamentario.
El descrédito de la oposición tiene mucho que ver con su rechazo a reconocer sus errores de los años de la década de 1990 que polarizó la sociedad.
Las querellas internas no explican más que en parte el fracaso de los liberales. Su descrédito tiene mucho que ver con su rechazo a reconocer sus errores de los años de la década de 1990 que polarizó la sociedad en una pequeña clase de vencedores —entre los que se incluyen— y una clase de perdedores —de los que apenas se preocuparon. A lo sumo lamentan, como lo expresó Nemtsov, el haber amañado las elecciones presidenciales de 1996. Por otra parte, desde que Yábloko perdió sus últimos diputados en la Duma en 2007, todos los partidos y movimientos liberales se han deslizado en una oposición de fuera del sistema (es decir, extra parlamentaria), una posición que reivindican como un signo de libertad e independencia, pero que consagra su marginación. Esta postura deja frío a una parte del electorado que rechaza toda oposición frontal al poder establecido. Si se considera un reciente sondeo [4], solamente un 52% de los entrevistados consideraban que Rusia necesita de una oposición, y solamente un 13%, con vistas a «asegurar una alternancia del poder». Cerca de un tercio de los entrevistados estima que la oposición es inútil ya que «debilita a la sociedad con unas disputas en este difícil periodo». Por otra parte, contrariamente a una amplia mayoría de la población, la mayor parte de los jefes de fila de la oposición demócrata-liberal ha desaprovechado la anexión de Crimea o, por lo menos, el método utilizado para conseguirla. Kasiánov incluso se declaró, en una conferencia del think tank Atlantic Council, favorable a las sanciones occidentales. En abril de 2015, su intervención ante el Congreso americano para solicitar sanciones contra ocho periodistas acusados de haber atizado el odio contra Nemtsov, ya había agravado su imagen de persona desleal con su país. Más recientemente, los medios financieros crearon una nueva oferta política que vuelve a la idea, en boga en los años de la década de 1990, según la cual la liberalización de la economía, prioritaria, desembocaría de forma natural en más democracia. Desde 2008 se han contado al menos tres intentos —rápidamente abortados— de formar una partido representante de los intereses industriales y de los medios financieros [5]. Entre ellos, el de Mijaíl Prójorov, un multimillonario, dirigente de la patronal, que había adquirido participaciones del gigante ruso Norilsk Nickel a principios de 1990 [6]. Su antiguo partido, Causa Justa, no obtuvo ningún escaño en la Duma, pero en las presidenciales de 2012 su nombre reunió el 7,7% de los votos.
La mayor parte de los jefes de fila de la oposición demócrata-liberal ha desaprovechado la anexión de Crimea o, por lo menos, el método utilizado para conseguirla.
Esta formación apareció como un intento de proponer una cara de gestor, tranquilizando a los electores urbanos y educados y, sobre todo en las regiones, en seducir a las patronos de pequeñas y medianas empresas (proponiendo especialmente una semana de 60 horas de trabajo frente a las 40 oficiales de hoy). Sin embargo, desde el inicio de su carrera política, Prójorov ha tenido que defenderse de ser un hombre de paja. Así, inmediatamente después de su candidatura, el célebre periodista Vladímir Pózner iniciaba su entrevista citándole un informe americano en el que describía Causa Justa como una «oposición leal al Kremlin», con lo que le apremiaba a decir si había «sido elegido por Putin o Medvédev». Después de haber perdido rápidamente el control de Causa Justa (convertido en Partido del Crecimiento), Prójorov creó en 2012 la Plataforma Ciudadana, cuya dirección se le escapó de nuevo y cada una de estas formaciones presentará sus candidatos en las próximas elecciones. Las oficinas de su empresa, Onexim, fueron registradas en abril de 2016. Se ignora si se trataba de una advertencia tras la publicación por su grupo de prensa RBC de comentarios sobre los Papeles de Panamá implicando al entorno presidencial o de una nueva señal del Gobierno a los rusos que practican la evasión fiscal. El surgimiento de partidos probusiness denota un inflexión en las reglas del juego que Putin había impuesto a los hombres de negocios desde su llegada al poder y recordadas con firmeza en 2003 con el arresto del oligarca Mijaíl Jodorkovski (puesto en libertad en 2013). Prohibidas para acceder a la política, las grandes fortunas —a menudo, mal adquiridas—, a cambio de la clemencia del poder, debían competir por la modernización de la economía. Entiéndase: enriquecerse pero sin perjudicar los intereses nacionales, incluso sirviéndolos, como se ilustra en la generosas contribuciones del sector privado a la construcción de infraestructuras de los Juegos Olímpicos de Sochi.
Las grandes fortunas —a menudo, mal adquiridas—, a cambio de la clemencia del poder, debían luchar por la modernización de la economía. Entiéndase: enriquecerse pero sin perjudicar los intereses nacionales.
El nacimiento de una nueva generación de empresarios así como la crisis de 2008 forzó a Putin a redefinir los términos del contrato. En diciembre de 2014, en su discurso en la Asamblea federal, el presidente proponía «una relación entre la comunidad empresarial y el Estado, construida sobre una causa común, una cooperación y un diálogo entre iguales». A cambio de la movilización de las élites económicas para el crecimiento de la economía, prometía liberar a los empresarios de la «abusiva supervisión» de los órganos administrativos de control, una amnistía total de los capitales repatriados (en resumen, medidas muy liberales, a las que se vino a añadir este año el anuncio de nuevas privatizaciones en los sectores del petróleo, extracción de diamantes o del transporte aéreo). En el fondo, esta derecha salida de los medios empresariales comparte posiciones con el ala liberal del Ejecutivo, que el presidente reforzó recientemente para dar credibilidad a su programa económico frente a inversores extranjeros. El director del Sberbank, Guerman Gref y, sobre todo, el exministro de Finanzas, Alexéi Kudrin —que ya estaba junto a los manifestantes en 2011 al tiempo que mantenía un contacto personal con el presidente— han regresado a la escena. El segundo integró la todopoderosa administración presidencial antes de aventurarse en el terreno de la política extranjera, exhortando al presidente a «reducir las tensiones geopolíticas por el bien de la economía rusa», pues, dijo, Rusia «debe integrarse en la cadena internacional para reducir el abismo tecnológico» [7]. Árbitro entre este ala liberal, a menudo prooccidental, y un ala estatista, más preocupada por la grandeza del país, Putin abordó una recuperación de control de sectores vitales, especialmente de la energía, mientras aseguraba un extenso espacio al mercado en otras esferas. Con esto, el Ejecutivo así como los partidos probusiness cuestionan a la oposición demócrata-liberal el monopolio del liberalismo económico, dejándole la crítica del autoritarismo y de la burocratización. Si las manifestaciones de 2011 mostraron que una parte de la población aspiraba a más apertura política, las recientes concesiones del poder (retorno a la elección de gobernadores, simplificación del procedimiento para crear un partido, reducción del número patrocinios requeridos para ser candidatos, apertura de las primarias de Rusia Unida a todos los ciudadanos, etc.) son para la oposición liberal un regalo envenenado. Abandonando la calle por la urnas, todavía parece más dividida." [8]
NINA BASHKÁTOV.
Politóloga, editora del sitio Inside Russia & Eurasia..

[1Leer Jean-Marie Chauvier « “Révolution blanche”, drapeaux rouges et forces de l’ombre » (Traducido en Ventana a Rusia:»’Revolución blanca’, banderas rojas y fuerzas en la sombra"), La valise diplomatique, 22 de diciembre de 2011.

[2Françoise Daucé, « Iabloko ou la défaite du libéralisme politique en Russie » [Yábloko o el desafío del liberalismo político en Rusia], Critique Internationale, no 22, Paris, enero de 2004.

[3En 2003, el partido obtenía el 3,4% de los votos y 4 escaños sobre 450 diputados, frente al 7,8% de los votos y los 27 diputados de 1993.

[4Sondeo del centro Levada citado por Interfax, 13 de marzo de 2016.

[5Kommersant Vlast, Moscú, 22 de febrero de 2016.

[6Se dio a conocer en Francia después de su arresto en su chalet de Courchevel, tras una vigilancia en el marco de una instrucción por «proxenitismo agravado». Llegó a un acuerdo con la Justicia en calidad de testigo asistido y después no fue molestado.

[7« Kudrin urges Putin to ease geopolitical tensions for economy », The Moscow Times, 30 de mayo de 2016.

[8Material original: L’opposition russe en miettes, publicado en la web de Le Monde diplomatique, septiembre de 2016. Traducción: Ventana a Rusia. Imágenes: ru.wikipedia.org.