Para los rusos, Pushkin es uno de sus inmortales. Y para los pintores no lo es menos. Pero para ellos, la tarea es complicada: la documentación gráfica es extremadamente escasa. Sólo graciosos dibujos del propio poeta, garabatos en notas manuscritas y algunos retratos de su vida (tan diferentes a su vez). Y así ocurre: que cada pintor ve a Pushkin a su forma y manera (по-своему).